CONOCIÉNDOLO

Un día, Z me comentó que iba a venir a mi ciudad (él vive en la provincia contigua, aproximadamente a 140 kilómetros de mí) y que si yo quería, podríamos vernos. Me dijo que me iba a contar mucho más sobre el tema de los cursos que habíamos hecho con el falso profesor, pero el 6 de Agosto del presente año, cuando finalmente vino (un viernes), no sólo prácticamente no sacó el tema, sino que, cada vez que lo hacía yo, me cortaba, diciéndome que dejase de hablar del individuo ese.

Quedamos a las 15 horas en la puerta de un centro comercial. Yo llevaría allí aproximadamente dos o tres minutos esperándolo cuando apareció y se dirigió a mí.

Nos fuimos a un bar cercano, donde nos tomamos unos refrescos. Fue donde más tiempo me habló del falso profesor y de otras cosas relacionadas con el tema.

Yo cuando me estaba contando algo más o menos extenso, lo escuchaba y prestaba atención, y en un momento en el que lo miraba centrada en lo que me estaba contando, me quedé bastante sorprendida cuando de repente se interrumpió para decirme que era guapísima y que lo ponía nervioso. La verdad, a mí físicamente también me había gustado bastante, no estaba mal, aunque tampoco sea un tío de calendario (tampoco yo lo soy).

Lo que más me gustó de él, fue que, además de hacerme reír bastante, teníamos unas cuantas cosas en común, cosas que hasta ahora me hacían sentirme rara pensando que era yo la única en el mundo que pensaba así, como por ejemplo, que no le gustaba el mazapán y prefería bombones en Navidad, que no le hacía gracia la yema de huevo, que "Física y química" es el mejor disco de Joaquín Sabina, etc. En ocasiones, yo le decía algo y él me interrumpía, terminando la frase por mí. Y lo más curioso es que muchas veces decía lo que yo quería decir (otras veces no, lo cierto es que se cuela mucho, es uno de sus defectos; cree que siempre sabe lo que le van a decir e interrumpe para concluir por una).

Claro que también hubo cosas en las que no opinaba en absoluto como él. Por ejemplo, en que Queen es mejor que Freddie Mercury solo, en que la voz de Michael Jackson es fea, o en que Whitney Houston se quedó sin nariz en parte por esnifar cocaína y en parte por "las hostias que le daba su marido". Eso último me dolió. Y eso que no soy fan de esa cantante (a Michael Jackson, según él, yo lo defendía por fanatismo; el pobre no comprendía que hay cosas que no tienen que ver con fanatismo, que son de sentido común).

También decía que si yo no vi que Michael Jackson no cometiera abusos a menores, no afirmase entonces que era inocente, porque yo no había estado ahí. ¿Y él sí estuvo para afirmar su culpabilidad de una forma tan vehemente? Supongo que si alguien denunciase a Z por lo mismo, no le gustaría escuchar de alguien que no tiene ni idea de lo que pasó: "No lo defiendas, tú no estuviste ahí para saber que es inocente". Él seguramente pensaría: "¿Con qué derecho dice eso de mí?". Pero al tratarse de terceras personas, que sobre todo no están presentes para defenderse (y encima se han muerto), qué fácil y valiente es criticar. Con el paso del tiempo, he comprobado que al amigo Z se le da estupendamente eso de criticar, ahora que si le critican a él, ya cambia la cosa.

Algo que me molestaba horrores de él, era que a veces le comentabas algo, y te daba un corte muy brusco, como borde, diciéndote: "¿Y qué?". Todas las veces que lo hizo me callé para no confesarle lo mucho que me molestaba. No creo que sea de muy buena educación que cuando alguien da su punto de vista respecto a un tema, la otra persona le corte como un borde diciendo con voz insolente: "¿Y qué?". Se puede decir: "No opino igual" o "No le dés importancia". Pero no. Él con su cortante "¿Y qué?" se sentía satisfecho.

De todos modos y a fin de cuentas, la impresión que tuve de él tras el primer día, fue bastante buena. Me gustó (aunque casi discutimos por el tema Michael Jackson).

Estuvimos juntos desde las 15 horas del viernes 6 de Agosto, hasta aproximadamente las 4,15 de la madrugada del sábado 7 de Agosto, tiempo en el que no dejó de coquetear conmigo, tanto agasajándome verbalmente, como regalándome una rosa y un colgante protector, como pegándose completamente a mí al sentarnos en algún sitio o acariciándome un hombro mientras yo le hablaba. "Qué sonrisa tan bonita tienes", "Qué guapa eres, me pones nervioso", "¿Quieres que te coja una flor?", "Puedes quedarte a dormir conmigo si quieres"... (entre broma y broma, la verdad se asoma; posteriormente me confesaría que no entendió por qué esa noche no dormí con él...)

Había decidido quedarse a pernoctar en mi ciudad. Le acompañé caminando a reservar hotel (a las tantas de la mañana), y allí en la puerta del mismo, me despedí de él y me marché.