EXTRAÑA REACCIÓN

Le dije que le había echado de menos desde cuando nos conocimos la semana anterior (con esto quise decir que habíamos hecho tan buenas migas y me había caído tan bien que hubiera querido verle más a menudo, y al no haber sido posible, lo extrañé), pero él inmediatamente me cortó, diciéndome lo siguiente (reproduzco palabra por palabra; me quedó grabado): "E, no cometas el error de enamorarte de mí. Yo si me necesitas voy a estar ahí para ayudarte en lo que sea, y en el futuro quién sabe, a lo mejor se puede intentar. Me gustas, pero enamorado no estoy". ¡Es que si ya lo está al segundo día de conocerme, no es un chico muy normal!

Yo me sentí idiota perdida (pobre de mí, no imaginé que me sentiría así muchas veces en adelante). Primero, porque yo no le había propuesto nada. Lo de enamorarse lo sacó él. Es cierto que le había echado de menos. Hacía tiempo que no encajaba tan bien con alguien ni me divertía tanto, pero yo no nombré la palabra enamorar. Ni por la mente se me pasó. Y segundo, porque, al no ser casos en los que te enrollas con alguien porque es lo que vas buscando, lo más normal es que te acuestes con alguien porque ese alguien te atrae, y todavía en la cama, me soltó esa parrafada que me dejó flipada, que no supe qué decir. Simplemente él me gustaba, se habían dado las circunstancias de que sucediera, me apeteció, le apeteció y sucedió. Ya está. Me sentí ridícula, como si yo le hubiera propuesto matrimonio después del "tema". Así que acerté a contestar: "Ya, ya...". Pero me quedé helada.

Él se durmió unos minutos a mi lado (y por cierto, ronca un poco) y yo tenía ganas de echar a correr y largarme de ahí, aunque esto nunca se lo llegué a decir. Me sentí súper violenta por que él sacara un tema así sin venir a cuento. Aunque estuvo muy bien que fuera tan claro, lo que pasa es que no era ni el momento, ni el lugar, ni la manera.

A la mañana siguiente, Z tenía que coger un tren de vuelta muy temprano porque tenía compromisos (bueno, no, más bien digamos "obligaciones", porque la palabra compromiso le produce alergia), así que nos levantamos a las seis y pico de la mañana. No tengo ni idea de si él lo percibió, pero yo iba recta como una tabla, digiriendo todavía su discursito, alucinada aún, cortada porque había intentado ser cariñosa y él me frenó en seco. Por una parte, me daba pena que se marchara tan pronto (no se quedó ni diez horas), pero por otra deseaba perderlo de vista y largarme corriendo.